Manuel López, España

Al anuncio de la celebración en 2009 del Quinto Centenario del nacimiento de Juan Calvino (París, Estrasburgo, Berna y Ginebra, del 30 de junio al 10 de julio) le ha salido acaso la peor competencia imaginable: el adelanto a 2008 de la celebración en 2017 del Quinto Centenario del hecho central de la Reforma Protestante: las 95 Tesis que Martín Lutero clavara el 31 de octubre de 1517 en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg.

La “percha” para el adelanto de la celebración de aquel acontecimiento que cambió no sólo la Historia de la Iglesia sino que también marcó un hito crucial en Historia de la Civilización es la fecha, hace ahora justo 500 años, en que el docto, inquieto y valiente Magister Martinusregresó de Roma a Alemania resuelto a plantar cara al oscurantismo de la Iglesia para acabar sentando ni más ni menos que los pilares de la Modernidad: la Reforma Protestante.

Dicho y hecho, con la presencia de las más altas autoridades eclesiásticas y civiles fue inaugurada oficialmente en Wittenberg, dónde si no, el pasado viernes 19 de septiembre la Lutherdekade, la Década de Lutero. Convoca un Kuratorium creado especialmente para la ocasión por la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD, Evangelische Kirche in Deutschland) bajo la presidencia del obispo Wolfgang Huber, presidente del Consejo de la EKD.

Atracción principal del acto inaugural fue, cómo no, la proyección de Lutero, de Eric Till, la décima película rodada sobre la figura del Reformador desde 1913. Ahora seguirá el 31 de octubre, Día de la Reforma, la plantación de 500 árboles de todo el mundo en elJardín de Lutero como símbolo de la magnitud global de la Reforma.

Un primer apunte que se le ocurre a uno es la curiosidad informativa por averiguar qué árboles españoles serán plantados en el huerto dedicado a quien afirmara que aun en el caso de que el mundo se fuera a acabar mañana, hoy plantaría un manzano. El olivo, la encina, el pino, el roble, el chopo, el alcornoque, el algarrobo, el castaño, la morera, el granado, el naranjo, el limonero… Me imagino al Sínodo de la Iglesia Evangélica Española negociando con sus colegas alemanes el cupo de árboles netamente ibéricos a incluir en la magna plantación.

El número y el tipo de árboles que acaben siendo incluidos nos darán una idea exacta del peso de España en el mapa luterano global. ¿Tendrá cabida en el universo luterano una muestra así fuera mínima de la gloriosa variedad de vides del suelo hispano? Cuestión de valoración de unas raíces en este caso religiosas que fueron abrasadas, aunque no exterminadas, por el fuego de la Inquisición y luego esquilmadas por la fuerza del rodillo nacionalcatólico que tan bien describiera Don Quijote: “Con la Iglesia [Católica] hemos topado”.

Un segundo apunte es el alcance del propio asunto de la celebración de la Década de Lutero en sí. Carentes de una cabeza visible como también de referentes geográficos, los organizadores son conscientes de los réditos que a la Iglesia de Roma le está reportando la moda de las peregrinaciones. De manera que ahí tenemos, como no quiere la cosa, los Lutherstätten, los Lugares de Lutero. El potencial turístico que los organizadores y las autoridades regionales prevén que atraerá la Década de Lutero no dudan en compararlo con la celebración de la Copa Mundial de Fútbol. Wittenberg, nombrada “Ciudad de Lutero” en 1938, se toma en serio, setenta años después, la oportunidad clara de convertirse en la Roma o la Meca del Protestantismo.

Algo está cambiando en la Iglesia Protestante. El Protestantismo deja de ser utópico en la más rigurosa acepción semántica del término: u-topos, el no-lugar. Los próximos diez años encumbrarán a Wittenberg como un nuevo lugar de peregrinación del siglo XXI. Además de recobrar el lugar, el Protestantismo deja de estar a la defensiva y parece disponerse, al fin, a dibujar su identidad, a reencontrarse con “cara y ojos”. No hay un jefe, pero sí Reformadores nacionales: el principal, Martín Lutero. Su figura cobra enteros por momentos.

Tercer apunte. El potencial de la Reforma Protestante no está ni mucho menos agotado. En estos tiempos en que, en palabras de Kart Barth, “quien intenta describir la relevancia del Cristianismo en la sociedad actual corre tras un tren que ya salió de la estación”, la Iglesia Luterana no ha tirado la toalla.

Por una parte, abandera el ecumenismo. Die Zeit recoge en su edición de esta semana una frase memorable del obispo Huber: “La Iglesia Evangélica es la Iglesia Católica que ha pasado por la Reforma”. En el mismo reportaje presenta al director de los Lugares de Lutero en Wittenberg, Stefan Rhein: “suabo, fervoroso demostrador y… católico”.

De otro lado, se resiste a la connivencia con el poder al tiempo que evita caer en la trampa de no hacer política. “El Protestantismo tiene que ser político”, enfatiza Stephan Dorgerloh, hasta hace poco director de la Evangelische Akademie y ahora flamante Prälatde los Lugares de Lutero. “No necesitamos agradar a los poderosos”, sostiene el prelado luterano, para remarcar que “tenemos que dejar en claro lo que significa hoy la libertad cristiana.”

Un cuarto y último apunte. A las dos celebraciones luterana y calvinista bien podría añadirse el anuncio del Quinto Centenario de la Reforma Radical, la llamada ala izquierda de la Reforma Protestante. Pero la Federación Bautista Europea prefiere pasar por alto los tiempos convulsos de las persecuciones sufridas por los anabautistas en el siglo XVI y convocar el 400 Aniversario de la constitución en 1609 de la primera primera iglesia bautista en Europa (Ámsterdam, 24 al 26 de julio de 2009).

¿No estaremos por ventura ante el preludio de lo que tantos deseamos, el reencuentro al fin, cinco siglos después, de la Reforma Magisterial y la Reforma Radical? Dios lo quiera. Amén.

Fuente: www.lupaprotestante.com